martes, 27 de mayo de 2014

Pedro Orgambide (1929-2003) y algunos recuerdos de su infancia

"La Boca, en efecto, es para mí en buena medida la fascinación del carnavalismo, una característica de muchos de mis cuentos y novelas. Un día de 1936, en el aniversario de la fundación de Buenos Aires, desde unas carabelas obviamente ficticias bajaron por la Boca unos señores con yelmo y coraza. Alguien me dijo: "Vienen a fundar la ciudad". Y me hice otro lío: ¿cómo van a fundarla, si ya está? Tampoco entendía que la gente hablara en argentino, pero con tonada de otro idioma; ni sabía de algo llamado cocoliche. De joven admiraba a esos compadres de Ruggierito que recorrían cadenciosos las cortadas boquenses; mi familia los odiaba, pero para mí eran los varones del tango. Aunque, según el barrio donde viviera, también admiré a los pitucos que usaban pantalones Oxford, palm-beachs, sombreros Panamá y bigotitos. Aún hoy tengo la sensación de ver, por un lado, un corralón y un hombre muy alto en el pescante; y por otro, un petit hotel en Palermo Chico con terrazas donde mis tías bailan al compás de la orquesta La Continental."


FRAGMENTO DE UNA ENTREVISTA REALIZADA POR GUILLERMO MAYR
LINK: http://eljineteinsomne2.blogspot.com.ar/2010/03/pedro-orgambide-literatura-me-salva-de.html

martes, 15 de abril de 2014

Manuel Mujica Lainez responde a las preguntas...

¿Cuál fue el clima intelectual de su casa y su infancia? ¿Se apoyó o se desalentó su inclinación literaria?

Tengo la suerte de proceder, por el lado materno, de una familia en la cual brillaron los hombres de pensamiento. Mi abuelo Bernabé Lainez fue periodista en El País, de mi madre fueron Manuel Lainez, director de El Diario y el Perito Moreno. Su abuelo Rufino Varela, fue asimismo periodista, como sus hermanos Héctor, Mariano, y Luis V., aparte de los altos cargos oficiales que todos desempeñaron. Primo hermano de ellos y también de mi abuelo Lainez, fue Miguel Cané. Florencio Varela es mi tatarabuelo, el poeta Juan Cruz era su hermano; el poeta Luis Domínguez, su cuñado. A estas influencias debo agregar la de mi padre, Manuel Mújica Darías, abogado, quien desde muchacho sobresalió por sus discursos. Si a ello se añade, finalmente, que tanto mi abuela, Justa Varela de Lainez, como mi madre y mis tías, desde mi más lejana niñez no cesaron de narrarme anécdotas vinculadas con la historia de mis mayores, entre los que abundaron, junto a los personajes ilustres, los pintorescos, se deducirá que crecí en un medio espiritual en el que todo se conjugaba para facilitar una vocación que, como antes dije, se manifestó siendo yo muy niño.

A la edad de trece años me llevaron a Europa, y estuvimos allí hasta que había cumplido los dieciséis. Aquella época fue extraordinariamente fecunda para mi formación. Aprendía a leer y gustar de los clásicos franceses e ingleses, en la Ecole Descartes, de París, y en Londres, donde mi hermano y yo, junto con otros chicos, tuvimos un tutor. Poco después de nuestro regreso, tuvo lugar, en el Teatro Cervantes, una de las “Fiestas de la Poesía”, que mi tía Pepita Lainez organizaba a beneficio de sus obras de caridad, con la colaboración de escritores, pintores y gente joven de la sociedad tradicional porteña. Conocí entonces a Alfonsina Storni, que me trató muy bondadosamente, a Pedro Miguel Obligado, a Capdevila, A González Carbalho, a Margarita Abella Caprile, etc.


Hubo un poeta hoy olvidado, Héctor M. Irusta, que solía llevarme a oír conferencias. Algo más tarde nació mi amistad con Adolfo Bioy Casares, con Silvina Ocampo, con Borges, con Girri, con Silvina Bullrich. Asimismo, algunos años más adelante, traté al admirable Xul Solar y a la espléndida Victoria Ocampo, a quien tanto he querido. Nunca he pertenecido a ninguna “capilla literaria”. He sido, sí, vicepresidente de la SADE, cuando Borges la presidía, y miembro de su comisión, bajo la presidencia de Martínez Estrada.



REPORTAJE A MANUEL MUJICA LAINEZ
De la "Encuesta a Escritores Argentinos Contemporáneos"

(C) 1982 Centro Editor de América 

viernes, 6 de diciembre de 2013

El corazón de Frida, una original autobiografía

Una colección de treinta y siete notas, cartas, y seis dibujos de Frida Kahlo se mostraron por primera vez,entre 2006 y 2007. 

Estos documentos autobiográficos fueron descubiertas dentro de una caja tradicional de Michoacán laqueada, con las iniciales FK, talladas sobre la parte exterior de la tapa, y Coyoacán Frida Kahlo 1950 escrito a mano en su interior.
Dentro de la caja se encontraban tres tipos de correspondencia: cartas, notas y postales.
Habían ocho cartas manuscritas de Frida en sobres destinados a ella misma en Coyoacán, su lugar de nacimiento. Estas cartas detallan sus pensamientos más íntimos acerca de su marido, el famoso muralista mexicano Diego Rivera.
La caja también contenía veintisiete notas escritas por Frida Kahlo sobre papel de cuaderno amarillo que detallan su relación con Diego Rivera, su posición política, y su extraordinario heroísmo al encarar el dolor y  la aproximación de su muerte. Estas cartas y notas fueron escritas entre 1950 y 1954.

domingo, 13 de octubre de 2013

La escritura automática, un recurso para que fluyan las palabras..., y los recuerdos

El Surrealismo propone para la creación poética la "escritura automática". Pero ésta no es privativa de la poesía, también se puede recurrir a ella para dejar fluir el propio pasado sin trabas, para recuperar la memoria.

¿En qué consiste la escritura automática? André Bretón creador del Surrealismo la explica así: "Escribid rápidamente, sin tema preconcebido, bastante deprisa como para no olvidar y no sentir la tentación de releeros. La frase vendrá por sí sola, pues es verdad que, en cada segundo, hay una frase extraña a nuestro pensamiento consciente, que sólo pide expresarse". 

Octavio Paz relata su experiencia: 

"Escribí ¿ Águila o sol? entre 1949 y 1950. Me parece ser el libro mío más cercano al surrealismo. En casi todos esos textos está, más o menos presente, el automatismo. Nunca me entregué totalmente a la escritura automática. El libro es una especie de mezcla de surrealismo y preocupación por el mundo precolombino. 
"Fue una exploración del subsuelo mítico de México y una autoexploración de mi propio subsuelo.

"Dama huasteca

Ronda por las orillas, desnuda, saludable, recién salida del baño, recién salida de la noche. En su pecho arden joyas arrancadas al verano. Cubre su sexo la yerba lacia, la yerba azul, casi negra, que crece en los bordes del volcán. En su vientre un águila despliega sus alas, dos banderas enemigas se enlazan, reposa el agua. 
Viene de lejos, del país húmedo. Pocos la han visto. Diré su secreto: de día, es una piedra al lado del camino; de noche, un río que fluye al costado del hombre".

jueves, 15 de agosto de 2013

¿Qué es una autobiografía?

La autobiografía es la biografía escrita por el mismo personaje, en primera persona y sin ayuda exterior. Están los diarios íntimos que escribe un autor con el propósito de desahogarse y sin ninguna regularidad cronológica. Dentro del género autobiográfico pueden incluirse los diarios, en los que una persona registra los hechos de su vida con una cierta periodicidad, y los epistolarios o colecciones de cartas escritas por un autor, que a veces pueden incluir también las que recibió. Los libros de viajes suelen contener abundantes elementos autobiográficos, muchas veces ceñidos a la subjetiva interpretación de los hechos.

jueves, 20 de junio de 2013

Autobiografia de Rodolfo Walsh (*)

Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados, y eso me gustó.


Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.
Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antiguedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.
Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos los dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.
Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.
La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años.
En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.

En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.


(*) Texto extraído del libro “Periodistas desaparecidos”,  UTPBA

lunes, 27 de mayo de 2013

Siete consejos de Stephen King


Los consejos de los escritores de éxito -que parten de su experiencia cotidiana- son lecciones muy valiosas sobre la profesión, que todo escritor debe conocer. ¿Cuáles son los consejos de Stephen King?


1) Ve al grano.

No pierdas el tiempo de tus lectores con explicaciones sobre el trasfondo de la historia, largas introducciones o más largas anécdotas. Reduce el ruido. Reduce los balbuceos.Vete al grano antes de que el lector pierda la paciencia.


2) Escribe el borrador. Después déjalo descansar.

Escribe un borrador y a continuación déjalo reposar en un cajón durante unos meses antes de volver a leerlo. Después de esa lectura, todavía debes dejar reposar el manuscrito un par de días antes de empezar a corregirlo.

Este modo de trabajar  te permitirá alejarte de las ideas que tenías cuando empezaste a trabajar en la historia, lo que te dará una perspectiva más clara y objetiva del texto. Eso te facilitará corregir, añadir o cortar (incluso ser implacable) y dará como resultado un texto mejor.


3) Reduce el texto.

Al revisar el texto es el momento de eliminar todas las palabras y frases superfluas. De este modo el mensaje ganará en claridad y seguramente en fuerza emotiva.

Eso sí, no elimines demasiado texto o puedes lograr el efecto contrario en su lugar. Lo ideal, como aprendí gracias a una carta de rechazo, es reducir el texto en torno a un 10%.


4) Que tu historia y personajes sean honestos y atraigan.

Por extraña que pueda ser la trama que presentes, no olvides que tus personajes tienen que ser creíbles, normales, reales.

Una de las claves para lograrlo es tener una voz y unos personajes honestos, con lado bueno y lado malo. Esto crea una fuerte conexión con el lector que puede identificarse con sus defectos, pasiones, miedos, debilidades y buenos momentos. Haz que tus personajes sean humanos.

Otra de las claves es mantener un estilo coloquial. Mantén la sencillez y usa un lenguaje que no sea innecesariamente complicado. Usa las palabras que primero te vengan a la mente.


5) No te preocupes demasiado por lo que puedan pensar los demás.

No debe importarte lo que digan tus conocidos, tu familia, tus lectores, los editores que rechazan tus obras o la crítica. Siéntate a tu escritorio cada día y escribe.


6) Lee mucho.

Cuando se lee siempre se cosecha algo. A veces puede ser un recordatorio de lo que sabes que deberías estar haciendo mientras escribes. A veces es una idea genial o simplemente la manera en que el escritor que lees construye la atmósfera de su historia. A veces es algo totalmente nuevo que te deja con la boca abierta. Y a veces se aprende lo que se debe evitar hacer. Casi siempre hay lecciones que podemos aprender.

Si quieres ser un mejor escritor tienes que leer mucho para obtener nuevas ideas, ampliar tus horizontes y profundizar en el conocimiento. Además, para evolucionar como escritor es necesario que mezcles influencias para ver qué pasa.

¿Cómo encontrar tiempo para leer más? Apaga la televisión. Aprovecha cada instante. Lleva siempre un libro encima.


7) Escribe mucho.

He dejado el consejo más importante para el final. Para llegar a ser un mejor escritor seguramente —aunque no suponga una sorpresa— necesitas escribir más. Muchos de los mejores en los diferentes campos —Bruce Springsteen, Michael Jordan o Tiger Woods— han ido más allá de los límites normales de la práctica. Y así han logrado resultados extraordinarios.

Pero  ¿qué hacer cuando no tengo ganas de escribir? Desde luego, aguardar la inspiración puede llegar a ser una larga espera.

Una buena manera de evitar esa falta de ganas es encontrar una solución eficaz para reducir la procrastinación. Es posible que tengas que probar varias antes de encontrar una que funcione contigo. Otra manera es, simplemente, ponerte a escribir. Cuando te acostumbres a hacerlo descubrirás que esa resistencia inicial se convierte en entusiasmo.