martes, 15 de diciembre de 2009

La mujer pintada... escribe.

Observé con despreocupación que el valor de las obras de arte plástico tendría que estimarse por las críticas, puesto que los artistas rara vez distinguen sus obras conseguidas de las que no lo son, y eso inflamó la pólvora. La apagamos a trancas y barrancas, pero el momento era grave. Tal vez yo fuese sincera en lo que estaba diciendo, a pesar de todo. Por ejemplo, tengo una cabeza de piedra esculpida por Modigliani, de la que no me separaría ni por cien libras esterlinas, ni siquiera en aquel instante de pánico: alejé esa cabeza de un rincón consagrado a los viejos restos, y me trataron de idiota por haberme tomado el trabajo de llevármela.
(...)
Nada humano, salvo la maldad, falta en esa piedra. Tiene una esquirla que asusta sobre el ojo derecho, pero puede soportar algunas esquirlas. Me dicen que nunca fue concluida, que nunca lo será, que no vale la pena concluirla. (...) La cabeza entera sonríe plácidamente, en contemplación ante el conocimiento, la locura, la gracia y la sensibilidad, la estupidez, la sensualidad, las ilusiones y las desilusiones. (...) ¿Para qué va el artista a denunciar semejante obra? (...) Nunca me separaré de ella, a menos que no sea para un poeta. Él encontrará en ella lo que yo no encuentro y el infeliz artista no tendrá elección por lo que a su inmortalidad se refiere.


Crónicas de Beatriz Hastings (Alice Morning), amante y modelo del pintor Amadeo Modigliani. Las escribió en París a principios del siglo XX para la revista The New Age, donde también publicaron Chesterton y Wells.

1 comentario:

CLUB DEL CAMINANTE dijo...

Una propuesta inteligente,sagaz y muy bien pensada. Los lúcidos fragmentos escogidos motivan a los escritores del tiempo que viene, del que se fue, de la imaginación, relatos de la vida que fluye... incasable.